ese dedo acusador
y la mano izquierda bien abierta
lista para recibir la polvorienta idea
escrita en libros, leida en el claustro
fuera del real alcance
de un monetario esclavo
avivando giles, viajaba el señor
escritor y no maquinista
con libros, sin martillo
describiendo a los demas
diendoles como son
se dispuso a mirar muy comodamente
mientras algun sin valor
recriminaba su ambiente
fusilado termino el libertino soñador
y es que su filosofia no lo resucito
en el nombre del obrero
en el nombre de un dios
se escriben cuentos, que lejos estoy
de entender esta locura
no es mas que expirimentacion
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